Tucho, mi mejor compañero de trabajo

Tucho, mi mejor compañero de trabajo

(En español y portugués)

En mi adolescencia y juventud estuve trabajando en una empresa metal mecánica como administrativo.

     Trabajaba en sus distintas secciones una treintena de empleados, todos hombres. Entre ellos estaba “Tucho”. Un muchacho de unos 23 ó 24 años por entonces, delgado, espigado, bien parecido, de poco pelo fino, ondulado, color castaño, que caía hacia el costado izquierdo de su cara, y una nariz con leve curvatura tipo gancho.

     Había otros muchachos quizás más pintones que él, pero fue con Tucho con el que alcancé hacer una amistad que fue más allá de una simple compañía de trabajo.

     Como en todos los lugares en que hay solamente hombres, los temas sobre mujeres y sexo estaban en el orden del día. Es así como charla va charla viene, Tucho hizo gala de su bulto en uno de sus comentarios. Yo me entusiasmé y lo observaba todas las veces que podía.

     Por circunstancias que no vienen al caso comentar aquí, quedé solo como empleado administrativo de dicha fábrica.

     La administración estaba comunicada, por una puerta de dos hojas, con el taller donde se encontraba la sección tornería -en la cual se desempeñaba Tucho. Trataba de estar siempre sentado en el amplio escritorio que era el lugar de mi trabajo diario, y de paso poder observar a Tucho trabajando, cuando la puerta citada quedaba entreabierta o abierta.

     Uno de esos días, cuando se dio cuenta que yo lo observaba demasiado, me hizo una broma gesticulando una invitación a coger (a tener una relación sexual). Por aquella época contaba yo sólo 13 años, pero ya era evidente en mi que me atraían los muchachos y no así las chicas, principalmente aquellos que tenían un buen cuerpo.

     Respondiendo a aquel gesto, me sonreí y levanté los hombros como diciendo “cuando quieras”. En realidad yo lo que quería ver era su “herramienta” de trabajo; siempre tuve y sigo teniendo curiosidad por el tamaño de los penes en las personas altas y con cuerpo exuberante (por ahí me llevé más de un chasco).

     Es así que, aprovechando la ausencia del patrón, Tucho vino a la administración y de allí, juntos pasamos a un depósito, en el cual me tomó la mano para apoyarla sobre su entrepierna. Me gustó y me calentó mucho aquel bulto. Un pedazo de carne dura que sobresalía la altura del cinturón. Enseguida metí mi mano por debajo del mismo y abriéndome paso entre sus prendas, llegué hasta su verga ardiente y palpitante.

     Me pidió que la besara, cosa que hice inmediatamente porque aquel pedazo de carne me tenía sumamente excitado. No sólo lo besé sino que me lo introduje en la boca. Tucho estaba de pie y tan caliente como yo. A poco de comenzar a saborear aquel rico pene, en una de mis embestidas que hacía con mi cabeza, largó varios chorros de semen espeso que inundó mi boca mientras escuchaba que gemía de placer.


No hubo tiempo para más. Tucho no debía demorarse mucho porque de lo contrario el jefe de sección podía notar su ausencia, con las consecuencias que eso le podía acarrear.

     En varias ocasiones hemos repetido aquellos encuentros furtivos. El hecho de correr ciertos riesgos y encontrarnos a escondidas, hacía crecer mi excitación, me proporcionaban grandes deseos y revolucionaba todo mi cuerpo.

     Otras veces, cuando Tucho hacía horas extras y se encontraba solo junto al torno, yo me acercaba para tocarlo. Él se ubicaba de tal manera que quedaba cubierto por la máquina-herramienta o por la pieza sobre la que trabajaba, por si aparecía alguien de improviso.

     Metía mi mano por debajo de su pantalón y slip y acariciaba su pene, el que cada vez que lo tocaba ya estaba durísimo y lubricado, hecho éste que denunciaba que a él también le gustaba lo que hacíamos.

     A las caricias las hacía durar todo lo que podía, hasta que él se daba cuenta que si yo seguía haciéndolo iba a venirse. Como no era lugar para arrojar su semen, nos íbamos rápido hacia otro depósito que estaba a pocos metros del lugar, y allí, arrodillado frente a él recibía su líquido sabroso y caliente en mi boca.

     Se acomodaba sus ropas rápidamente y regresaba al torno, y yo a mi lugar de trabajo, saboreando sus fluidos seminales, que por un buen rato trataba yo de mantener en mi boca.

     Las relaciones con Tucho también se prolongaron fuera del lugar de trabajo. Disimulaba hacer algo de última hora y se retiraba después que los demás compañeros de turno. Me esperaba con su moto presta para salir e íbamos raudamente hacia las afueras del pueblo.

     En un lugar descampado, y protegidos por las sombras de la noche, nos tendíamos en el suelo, a veces sobre hierbas, otras sobre tierra, y allí dábamos rienda suelta a nuestros ardientes deseos.

     Enseguida le aflojaba el cinturón, bajaba su pantalón y sin bajar el slip, trataba de sacarlo con mi boca y mi lengua. Una vez dentro de mi boca, con mis manos le bajaba el slip hasta los tobillos, y disfrutaba de su cuerpo desnudo tal como yo lo soñaba por las noches.

     No me levantaba hasta tener en mi boca su leche espesa y blanca como nieve. Él descansaba unos minutos; luego, acomodándose su ropa se ponía de pie, subíamos a la motocicleta y en ella regresábamos al pueblo.

     ¡Ya quisiera tener nuevamente a Tucho! Lamentablemente falleció, no hace muchos años, después de una enfermedad complicada. Me quedaron imborrables recuerdos de una amistad nutrida de sexo del cual ambos disfrutamos durante todos los años que estuvimos juntos, incluso cuando por razones de trabajo nos encontramos muy lejos de nuestra villa.

Hasta la próxima!

Eros Garoto

Ilustración: Gay Pepper




(En portugués)

Tucho, meu melhor colega de trabalho

Na minha adolescência e juventude, eu trabalhava em uma empresa de metal mecânica como administrativa.

     Trinta funcionários trabalhavam em suas diferentes seções, todos homens. Entre eles estava "Tucho". Um menino de cerca de 23 ou 24 anos, magro, magro, cabelo fino pequeno considerável, ondulado, marrom, caindo para o lado esquerdo de seu rosto, e um nariz com uma ligeira curvatura em forma de gancho.

     Havia outros caras talvez mais lindos do que ele, mas foi com Tucho que consegui fazer uma amizade que ia além de uma simples companhia de trabalho.

     Como em todos os lugares onde há apenas homens, questões sobre mulheres e sexo estavam na agenda. É assim que fala a conversa vem, Tucho mostrou seu volume em um de seus comentários. Eu fiquei animado e assisti a ele toda vez que ele podia.

     Devido a circunstâncias que não são relevantes para comentar aqui, eu era apenas como funcionário administrativo da referida fábrica.

     A administração foi comunicada, através de uma porta de duas folhas, com a oficina onde estava localizada a seção de torneamento - na qual Tucho trabalhava. Eu tentei estar sempre sentada na mesa grande que era o lugar do meu trabalho diário, e da maneira que eu podia ver Tucho trabalhando, quando a porta mencionada estava entreaberta ou aberta.

     Um desses dias, quando ele percebeu que eu estava observando-o demais, ele me fez um convite para levar (para ter um relacionamento sexual). Naquela época eu tinha apenas 13 anos, mas já era evidente em mim que eu era atraído por garotos e não por garotas, principalmente aquelas que tinham um bom corpo.

     Respondendo a esse gesto, sorri e levantei os ombros como se quisesse dizer "quando quiser". Na verdade, o que eu queria ver era sua "ferramenta" de trabalho; Eu sempre tive e ainda estou curioso sobre o tamanho do pênis em pessoas altas com um corpo exuberante (é por isso que eu levei mais de uma decepção).

     Então, aproveitando a ausência do empregador, Tucho veio para a administração e de lá, juntos, fomos a um armazém, no qual ele pegou minha mão para apoiá-la em sua virilha. Gostei e aqueceu muito esse volume. Um pedaço de carne dura que se projetava da altura do cinto. Imediatamente eu coloquei minha mão debaixo dela e empurrei o meu caminho através de suas roupas, cheguei a seu pênis quente e latejante.

     Ela me pediu para beijá-la, o que eu fiz imediatamente porque aquele pedaço de carne me deixou extremamente excitada. Eu não apenas beijei, mas coloquei na minha boca. Tucho estava de pé e tão quente quanto eu. Pouco tempo depois de começar a saborear pênis que ricos, em um dos meus impulsos que fez a minha cabeça, ele começou a vários jatos de semen que inundou minha boca ao ouvir gemendo de prazer.

     Não houve tempo para mais. Tucho não deve demorar muito, porque senão o chefe da seção poderia notar sua ausência, com as consequências que isso poderia trazer.

     Em várias ocasiões, repetimos esses encontros furtivos. O fato de assumir certos riscos e encontrar um ao outro em segredo, fez minha excitação crescer, me deu grandes desejos e revolucionou todo o meu corpo.

     Outras vezes, quando Tucho trabalhava horas extras e estava sozinho ao lado da roda, eu ia até ele para tocá-lo. Ele estava localizado de tal forma que ele estava coberto pela máquina-ferramenta ou pela peça na qual ele trabalhava, no caso de alguém aparecer de repente.

     Eu tenho a minha mão sob suas calças e deslizamento e acariciou seu pênis, cada vez que eu joguei já era muito difícil, lubrificado, um fato que alegou que ele também gostou do que estávamos fazendo.

     Para as carícias, ele as fez durar o máximo que pôde, até perceber que, se eu continuasse fazendo isso, ele viria. Como havia lugar para despejar seu sêmen, fomos rapidamente para outro tanque que estava a poucos metros de distância, e ali, de joelhos diante dele e recebeu seu saboroso líquido quente na minha boca.

     Ele rapidamente ajustou suas roupas e voltou para a roda, e eu para o meu local de trabalho, saboreando seus fluidos seminais, que por muito tempo eu tentei manter em minha boca.

     As relações com Tucho também se estenderam para fora do local de trabalho. Ele fingiu fazer algo no último minuto e se retirou depois que os outros colegas de turno de plantão. Ele estava esperando por mim com sua moto pronta para sair e estávamos indo rapidamente para a periferia da cidade.

     Em um lugar aberto e protegido pelas sombras da noite, nos estendíamos no chão, às vezes na grama, às vezes na terra, e ali davam rédea solta aos nossos ardentes desejos.


Então afrouxei o cinto, ele abaixou as calças e, sem abaixar o escorregão, tentei tirá-lo com a boca e a língua. Uma vez dentro de minha boca, com minhas mãos eu abaixei o deslizamento até os tornozelos, e desfrutei seu corpo nu da mesma maneira que eu sonhei isto à noite.

     Eu não me levantei até que meu leite ficou espesso e branco como neve na minha boca. Ele descansou por alguns minutos, depois ajustou suas roupas para ficar em pé, nós pegávamos a motocicleta e voltávamos para a aldeia.

      Eu gostaria de ter Tucho novamente! Infelizmente ele morreu, não muitos anos atrás, depois de uma doença complicada. Eu tive lembranças inesquecíveis de uma amizade alimentada pelo sexo que nós dois gostamos durante todos os anos que estivemos juntos, mesmo quando, por razões de trabalho, estamos muito longe de nossa aldeia.

Até a próxima!

Eros Garoto


Ilustración: Gay Pepper




Comentarios

Entradas populares